“La Posta” – 1880
“Escuela de don Justiniano Sánchez” – 1881
“Pensión “La Marta” – 1932
“Restaurante Los Pinos” – 1960
Se cree que alrededor de 1870 el propietario de las sierras de lo que es hoy Villa General Belgrano, fue el Coronel Moscarda, no se sabe si llegó a la posesión de ellas por compra o por herencia. Su estancia, que iba desde Los Reartes hasta Santa Rosa, se llamaba “El Sauce” y se extendía a lo largo del pueblo actual.
El Coronel Moscarda en 1879 vende parte de su Estancia a don Laureano Martínez y posteriormente a don Justiniano Sánchez quien le compró el casco primitivo que abarcaba varios kilómetros, casi hasta más allá de La Cocha.
Comprendía la Posta, que en su rústica hospitalidad encerraba, como todas, el concepto de solidaridad humana. Allí se producía el recambio de caballos, se servía un plato de comida caliente con el aroma particular de la cocina casera, se disponían de camas para descansar el cuerpo castigado por los vaivenes y los barquinazos de los carruajes y se proveía de forrajes y agua a los animales. Cuentan que como algunas otras a veces funcionaba como pulpería, despacho de bebidas y almacén.
Estos lugares servían también para el encuentro de parroquianos porque en ese espacio se cruzaban vidas, se trasmitían leyendas, cuentos del pago, supersticiones populares y coplas que pasaban de generación a generación por vía oral logrando seducir a los viajeros.
Fue una época en la que se inicia el proceso integrador de nuestras diversidades, momento en que se profundizan las raíces aborígenes, etapa embrionaria en que se forja el mestizaje y nace el criollo.
Por ese entonces había criollos en La Falda de los Reartes conocida como “La Falda de los Centenos” y “La Falda de Los Iriartes”, y se comenzaba a formar la pequeña aldea.
Don Justiniano Sánchez (1854-1935) era uno de esos Jefes de las familias, casi patriarcas que existían en las estancias, muy respetado por el entorno que se aglutinaba a su alrededor.
Nació en San Agustín, hijo de Matías Sánchez y de Carlota Sánchez Sarsfield casado en primeras nupcias con Benedicta Torres y en segundas con Angelina Gigena, con hijos de ambos matrimonios.
Es considerado el primer Maestro del Departamento de Calamuchita, todo un símbolo del hombre instruido de aquella época, comprometido en trasmitir sus conocimientos.
Fue autodidacta y en su propia y humilde vivienda de paredes de adobe, en 1881 abrió la Escuela de Primeras Letras como se las llamaba entonces. En los registros y documentos que aún se conservan, puede apreciarse su excelente redacción y ornamentada caligrafía que dan un marco personal y prestigioso a su trabajo caracterizado por su profesionalidad y su capacidad de síntesis.
La matrícula inicial fue de treinta escolares, entre los que se contaban a Ramón Benavidez, Rogelio Martínez, Miseño y Anfiloquio Villagra y a Clímaco Antúnez entre otros. Enseñaba a los niños a leer, a escribir, a hacer cuentas y con la lectura del Catecismo los introducía a la doctrina cristiana, así sus alumnos aprendieron a ser trabajadores, honrados y buenos cristianos.
Además de las funciones de Director, Secretario y Celador de la Escuela, desempeñó el cargo de Comisario General de Calamuchita y Jefe Político del Departamento al mismo tiempo que realizaba en su antiguo coche un servicio periódico de mensajería. Se dice que en un tiempo también desempeñó el cargo de Estafetero.
Cuentan que en la escuela se realizaban reuniones vecinales buscando, con el consenso de ideas, avanzar en la cultura. Y todo un adelanto a los tiempos, se creó un “Tribunal Vecinal” para tomar examen a los alumnos en forma democrática.
Cuatro años después don Justiniano Sánchez dictaba clases en Los Reartes, generoso emprendimiento que fue continuado luego por la maestra Srta. María Amador de Garay, y luego por la Srta. Restituta Gigena Albarracín de González.
La fervorosa vida docente de don Justiniano encontró continuidad en las figura de sus hijas, María Laura Aurora Sánchez y María Esther Sánchez de Torres.
Murió en Córdoba a los 82 años el 3 de noviembre de 1935.
Hablemos de las transformaciones de este espacio histórico a partir de la década de 1930.
Ya habían comenzado a llegar los inmigrantes centroeuropeos que eran de variada procedencia: alemanes, suizos, austríacos, húngaros, pero los había también italianos, españoles y algún francés.
La historia de sus vidas no fue lo que ellos planearon, sino la que el destino les otorgó. Muchos se afincaron, formaron sus familias y contribuyeron a lograr su bienestar personal, el del país y el de las colectividades. Integraron un proceso de transculturación entre criollos y extranjeros donde se potenciaron algunas virtudes y se desdibujaron algunos defectos, una especie de adaptación y socialización benevolente, proceso que tuvo luces y sombras y los antagonismos propios de cada idiosincrasia.
Los extranjeros se habían instalado con la esperanza de construir una Colonia Agrícola Ganadera, pero frente a la escasez de agua, las fuertes y repetidas heladas, las nevadas invernales, las sequías y la falta de una ruta para transportar la producción fueron echando por tierra el modelo y entre los pioneros cundió el desaliento. Muchos se fueron y los que quedaron se mordían los labios en la desazón de la duda preguntándose qué hacer y optaron resistir hasta el final. La salida fue convertir cada casa en un hospedaje y dedicarse a la industria sin chimeneas: el turismo.
En 1933 el Inspector de escuelas Gotardo Stagñaro y el maestro Otto Berr, vieron la posibilidad de realizar un proyecto de vacaciones para los alumnos de la escuela Cangallo Schule y Pestalozzi Schule.
Una manera de adecuarse a las exigencias de los tiempos y de los veraneantes que abrieron el caudal turístico, fue la transformación que sufrió la casa de Don Justiniano Sanchez que ya en 1932 pasó a pertenecer a Guillermo Cristensenn, antigua casona con casi nueve hectáreas del loteo. Fue entonces cuando La Posta se transformó en la Pensión “La Marta y junto a la Pensión de Mamita Gobl serán faros para el emprendimiento turístico que empezaba a abrirse camino, las pensiones irán surgiendo una tras otra: El Monte Verde de Federico Rinke, La Tirolesa de Juan Kabusch, Las Golondrinas, El Mirador, La Sajonia, Las Orquídeas, El Rancho Grande.
Se instala el ideal de superación y progreso y un porvenir pleno de bondades se abre en el horizonte.
Y hablemos de la otra transformación de este lugar. A partir de 1968, hechas ya algunas subdivisiones en el loteo de Guillermo Cristensen, los nuevos propietarios del casco histórico será matrimonio integrado por Héctor Raúl Lamponi y Lidia Estela Palacios y sus dos hijos, Raúl Alejandro y Diego Andrés. La familia provenía de Buenos Aires y son residentes del pueblo desde hace cincuenta y cuatro años.
El negocio llevó siempre el nombre de Restaurant Los Pinos y en el año 1969 anexó el servicio de Parrilla a las comidas centroeuropeas. Y pensando en los jóvenes abren la Confitería Bailable Marokko, una de las primeras en la zona.
En 1997 asume la conducción del Restaurante Raúl quien realiza modificaciones en el salón y agrega en el espacio que le correspondiera a la Posta, una moderna Pizzería y la acompaña con una interesante exposición museística de latas de cerveza se anticipan a la apertura en el año 2000 de la Fábrica de Cerveza Artesanal Brunnen que se abre para los visitantes con degustaciones y una interesante visita guiada.
En la actualidad luce moderna y atractiva, ha sido refaccionada recientemente y su nombre actual es “Cervecería y Restaurante Brunnen Brew Haus”. Continúa siendo una de las primeras fábricas de cerveza importante por sus ventas y ofrece su receta original alemana con una especial oferta gastronómica.
Es importante destacar que la familia Lamponi y sus descendientes han estado siempre atentos a la vida de la comunidad y han sumado su participación comprometida en las transformaciones y en el progreso del pueblo. Son tres generaciones que han estado en servicio y por eso son parte de nuestra historia”.
Archivo fotográfico:
1911-Mensajería
1929-Rancho-de-Freytas-cedido-a-Valentín-Molinero
1929-Yerra-de-los-Paez
1932-Pensión-La-Marta
1940-Teobaldo-Moyano,-Reinaldo-Paez-y-un-desconocido-comisario
1981-Don-Justiniano-Sánchez
Texto y Recopilación: Profesora Freytes de Vilanova, Martha